Conclusión

En contraposición a esto, docentes y graduados de economía de la Universidad de Buenos Aires (UBA), expresaron que la crisis internacional puso en tela de juicio el rol del Fondo Monetario Internacional, que no supo prever la debacle y en algunos países la profundizó con sus recetas ortodoxas. Manifestaron que Argentina necesita un FMI de propósito claro, beneficioso para todos los países miembros, y cumplido con responsabilidad y coherencia. Un FMI que vele por la estabilidad monetaria internacional, que principalmente son las divisas claves: el dólar, el euro, el yen, la libra y el yuan. Un FMI que, como integrante del sistema de las Naciones Unidas, trabaje "con el propósito de crear las condiciones de estabilidad y bienestar necesarias para las relaciones pacíficas y amistosas entre las naciones, basadas en el respeto al principio de la igualdad de derechos y al de libre determinación de los pueblos, promoviendo niveles de vida más elevados, trabajo permanente para todos, y condiciones de progreso y desarrollo económico y social". Un FMI libre de la influencia de política de cualquier país o sector, y especialmente independiente de aquellos países o sectores que por su tamaño y poder pueden afectar las condiciones globales, exportando sus crisis, su desempleo, su irresponsabilidad o sus pérdidas al resto del mundo. Un FMI basado en una teoría económica inificada y creíble, y no en modelos fragmentados, que intimidan a los legos, pero a menudo son triviales y mutuamente contradictorios. En conclusión, nosotros estamos de acuerdo con esta opinión. Por lo tanto, consideramos, que a los países de América Latina, y en general a los demás países emergentes, no les conviene pedir préstamos al FMI ni a los gobiernos. Además, sumado el hecho de que siempre que se han pedido préstamos, la corrupción y el robo están presentes, y que, generalemente, a los préstamos no se les da un fin especifico para que luego fructifique y se pueda devolver el capital prestado.